Porque tu tortuga se esconde y no sale
¿Te has fijado? Las tortugas tienen ese aire de sabiduría ancestral, como si supieran algo que nosotros no. Pero cuando se esconden… ah, eso es otro nivel. Es como si se apartaran del mundo para guardarnos un secreto.
Imagínate esto: ahí está tu tortuga, quieta, oculta en su caparazón. No es miedo, al menos no como lo conocemos. Es algo más profundo, un instinto que conecta con algo primordial. Tal vez, está escuchando los ecos de un tiempo donde no existíamos, sintiendo vibraciones que nosotros ni percibimos.
¿Por qué no sale? Quizá está esperando el momento perfecto. Tal vez sabe que no todo merece su atención, y mientras tanto, observa… desde dentro. Intrigante, ¿verdad? Las tortugas no se esconden porque tengan miedo; se esconden porque tienen paciencia. Una paciencia que a nosotros nos falta.
Así que, mi amigo, cuando tu tortuga decida salir, fíjate bien. Quizá tiene algo que enseñarte. O, tal vez, simplemente ha decidido que el mundo está listo para verla de nuevo.